La Fragua

La fragua y todos sus utensilios, han ido desapareciendo de nuestro vocabulario. Aquí pretendo rememorarte como era la fragua de Villanueva de Argecilla. Se encontraba ubicada en la parte derecha baja del actual ayuntamiento, en su plaza mayor y en sus últimos años de vida, cuando perdió su utilidad funcional acabó siendo cobertizo para cabras.

Se trataba de una pequeña edificación de aspecto triste y negruzco. En ella y durante años nuestros mayores realizaban el trabajo de labrar las rejas. Un herrero profesional acudía a la fragua una vez por semana para realizar dichas tareas, aunque en otras muchas ocasiones era el mismo labrador el que golpeaba una y otra vez el "macho", acompañado por otro vecino de sufrimiento. Pim, pam, pim, pam, pim, pam,....; ese soniquete sobre la reja caldeada, apoyada en el yunque era habitual en tiempos de sementera en todas las fraguas de los pueblos. También se trabajaban en la fragua herraduras de caballerías y otros elementos metálicos.

Yunque de Villanueva.


Yunque de Villanueva.


La fragua de Villanueva tenía los elementos más básicos de una fragua: A la entrada a la izquierda estaba el tornillo de banco, en el centro el yunque clavado sobre un grueso tronco de olmo y al fondo a la derecha se encontraba el fuego de la fragua con su campana.



Una vez encendido el fuego y con la reja al rojo vivo, el agricultor labra las rejas a golpe de martillo sobre el yunque, dándole la forma deseada y una vez dado el visto bueno a la reja, ésta iba a parar a un recipiente lleno de agua, para darle temple y que se enfriase.

El yunque, estaba montado sobre un tronco de madera, a la vez incrustado en el negro suelo de la fragua y para golpear el hierro y darle la forma deseada, se utilizaban los machos o mazas.

Tornillo de banco
Tornillo de banco de Villanueva.



Si bien los propios agricultores a veces reparaban ellos mismos el calzado de sus caballerías (yo he presenciado como mi padre lo hacía), esta tarea, la del herraje, recaía en un herrero profesional quien a veces fabricaba también las herraduras. 

Casa del herrero en Imón (Guadalajara)


Para llevar a cabo esta función, lo primero que había que tener en cuenta era sujetar bien a la caballería a fin de evitar golpes y mordeduras, aunque hubiera animales que por ser dóciles no lo necesitaran. Para herrar, usaba el herrero, el martillo de herrar, tenazas, pujavante, clavos etc. El pujavante es una especie de espátula alargada y plana para rebajar el casco de la caballería y poder asentar correctamente la herradura. Estos últimos elementos quedan perfectamente definidos en la casa del herrero de la localidad de Imón (Guadalajara) dentro de la portada de su vivienda en su piedra clave.
Cuando era necesario poner todas las herraduras, se comenzaba por las patas delanteras. Apoyando el casco de la pata sobre la rodilla del herrero, rebajaba el casco con el pujavante o la cuchilla, para que quedase bien liso y limpio, probando nuevamente el asiento de la herradura en el casco. Después se clavaba la herradura, siempre a partir del vetacasco hacia el exterior, pues de lo contrario se dañaría a la caballería y podría quedar coja. Los clavos se introducían un poco inclinados, de dentro hacia afuera y cuando sobresalían del casco, se remachaban para que no se desprendiera la herradura.



Clavos y herraduras utilizados en caballerías de mi familia.

En más de una ocasión había que sacar el clavo y meterlo de nuevo para que sobresaliese del casco. 
Pero antes de "calzar" al animal, el herrero habrá visto como asentaba la herradura, la habrá golpeado para cerrarla o abrirla para que ajustara perfectamente sobre las patas del animal.



Manuel Andrés


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